Majestuoso “Trasatlántico del aire”,
elefante platinado de las alturas,
que en la imponencia de tu estructura
conllevas sutileza y gigantismo,
haciendo del viajar aventura grata,
placentero divagar por las estrellas.
Te canto abismado en la grandeza,
el poderío, la gracia y dinamismo
que ostentan tus turbinas, tus alas,
tu envergadura toda y esa mansedumbre
que aparentas al levantar el vuelo,
al encumbrar la testa y perderte
cual mecánica paloma en las alturas.
Siete, cuatro, siete, ¡Jumbo poderoso!
Cómo luce el blanco que de tu cabeza arranca,
ondulado rasga el rojo de tu cuerpo
y a medida que se extiende por tu espalda,
va llegando hasta la cola,
donde se convierte en símbolo.
Es hermoso contemplarte por la pista,
presentir que no podrás la inmensa mole levantar
y luego contemplar el milagro de verte alzar el vuelo,
burlándote de la gravedad terrena,
con un susurro el cielo hendir con certidumbre.
Serás la insignia del progreso humano,
de una empresa que unida toda en tí,
quiere poner en el zenit el sacrosanto
nombre de la patria, llevando por el mundo
de “Eldorado” la leyenda ante las gentes.