"Dos cosas como un arte,/ en la escuela de mi vida aprendí,/ a no vivir sin recordarte/ y amar mucho... pero sólo a ti".
Estoy aprendiendo ya a extrañarte
aunque pase segundos sin saber de ti,
aprendo rápido también a dibujarte
en esos cielos nocturnos inmensos
y con palabras en unos versos intensos
que al recordarte salen tan fácil de mí.
Esto es un aprendizaje a mi modo de ver,
aunque amarte sea en verdad cosa sencilla.
Como todo en la vida, se aprende a querer
y por lo visto, creo que aprenderé pronto,
soy un tonto enamorado o enamorado tonto
que de ti todo le parece una gran maravilla.
Los síntomas del amor en mí son claros,
digo yo que en mí esos síntomas son éstos,
a veces comunes y en ocasiones algo raros,
en mi deseo de ya no vivir la vida tan deprisa,
en mis deseos de llorar, en mi repentina sonrisa
y hasta en la inquieta manifestación de mis gestos.
No tengo problema alguno con la timidez,
lo que deba expresar con el alma lo expreso,
las cosas en el amor no siempre salen al revés
de como se planean, depende de cada caso,
puedo pedir y dar sin problemas un abrazo
y si no me lo dan, llego hasta a robarme un beso.
Me estoy acostumbrando a que en mi mente,
casi siempre esté merodeando tu nombre...
Veo pasar los minutos ante mí lentamente
y ya no pensar en ti me parece imposíble...
La verdad recordarte antes me parecía increíble,
pero ya es tan frecuente que no hace que me asombre.
Aprendo rápido ¿ves? No me puedo quejar,
el amor en mi alma es pasajero frecuente,
mi alma es como un tren que al viajar,
igual que otras tantas almas enamoradas,
puede hacer de repente varias paradas
y el amor sólo sale cuando te siente.
Estos días me han servido para aprender
que aunque suene redundante, se aprende
a estar, a existir, a tener esencia, a ser,
en el nombre de un amor que te motiva,
a tener un alma romántica, franca, expresiva,
que sabe que otra alma por ahí... la entiende.