José Jacinto Corredor Cifuentes

RÉQUIEM POR UN COLOSO

 

¡Siete, cuatro, siete, Jumbo poderoso!

Que tocado de las manos del averno,

en cenizas te hallas convertido,

tú que mil veces conquistaste

las alturas con tu atronador empuje

y majestuoso por el cielo te encumbraste

siendo portador de dicha y de progreso,

hoy es doloroso en pedazos contemplarte

esparcido por el limo de la tierra.

 

Fuiste el ara donde se inmolaron

el hermano, el amigo y el artista;

mejor altar los dioses no encontraron

que tu estructura  de inmortal gigante.

 

Hoy por eso mi pluma dolorida

desgarra, que no entona como antaño,

un verso triste y compungido;

mi pluma que te cantara otrora,

por lo que significaste entonces,

para una empresa, para un pueblo,

que en tí vieron avanzar su técnica

y enarbolar de la patria el estandarte

llevándolo de mundo por las cimas,

te canta un Réquiem y al Todopoderoso

implora que de tus escombros se levante

pujante y poderosa para siempre,

la gloriosa estirpe que te engendrara

y que tu caída, tan sólo un escollo sea,

en camino abrupto que a la cumbre lleva.