Dulces rayos de luna plata,
que de pleno amor llenan
los latidos de mi pecho,
cada segundo del día
cuando presente aun no estás.
Infinita la vida que me sublima el alma
cuando rozas mi piel con ese brillo,
placeres escondidos tras los bordes
los deseos que sujetan mis sentidos.
Cuando la noche su cenit alcanza,
esa luna cómplice de amores,
es el refugio de nuestros sueños
conjugados en cada tiempo vivido.
En las orillas de nuestros deseos,
en el plenilunio de nuestro amor,
salvajes noches de placer
se han acumulado a lo largo de los años,
rienda suelta se han dado hoy
acompañados por esa luna,
el guardián eterno de nuestro secreto,
esa luna lleva tatuada en la piel
el aroma de tu cuerpo.
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