¿Qué es que no puedo morir y ya?
¿Qué es que he osado a ser tan cruel y despiadado que
no merezco ese dulce silencioso y eterno que
calmaría mi dolor?
¡Oh Omnipotencia santa y divina!
¿Por qué me atormentas con un fuego
peor que el de mil infiernos?
¡Oh padre de mi vida y creador de mi todo!
¡Dame una razón para seguir viviendo!
Muéstrame el motivo por el cual
Debo continuar este camino lleno de fracasos
¡Dime! Salvador mío ¿Qué es lo que he hecho mal?
¿En qué momento mi inmunda existencia te ha molestado?
Porque permites que la guadaña del destino
Me destroce de esta manera
¿Por qué dejas que mis enemigos me ultrajen de este modo?
¿Por qué solo caigo y sigo cayendo sin detenerme?
¡Dime rey amado! Si es que ya no me quieres…
Si te has cansado padre santo de este siervo tuyo…
Si es que señor mío… De mi te has olvidado…