Una reina existió,
de tan preciosa apariencia,
que su esposo decidió,
presentársela a la audiencia.
Mas ella muy altanera
no quiso comparecer,
y a su esposo disgusto
Tanto su proceder,
que tomó la decisión
de otra reina tener.
Como suceden las cosas
y muchas veces pensamos,
que Dios es un poco injusto
Al permitir que suframos.
Tal ves así pensó,
Esther y hasta Mardoqueo,
Sin saber que Dios preparaba
Salvación para su pueblo.
Y como el Rey prometió,
que otra reina tomaría,
pidió ante el trajeran,
todas las muchachas lindas.
Entre aquella muchedumbre
de tantas precocidades,
se encontraba Adasa,
huérfana de padre y madre.
Como su nombre era Hebreo,
su primo que la crió,
decidió que sería Esther
el nombre que le escogió,
para que su nombre real
no llamara la atención.
Pasado el tiempo de espera,
que la ley así exigía,
fueron las jóvenes todas,
una a una ante el rey,
pero Esther logró ganar,
Con su belleza y encanto,
el corazón del monarca
quien nunca antes amo tanto.
Y así, de esta forma especial,
Dios puso en el trono a su hija,
para un momento muy duro
que su pueblo viviría.
Y pasado algún tiempo
algo horrendo paso,
un edicto se escribió
con una terrible sentencia,
y que el pueblo escogido
sufriría las consecuencias,
de un hombre que por su ambición,
y su orgullo tan malsano,
decidió matar a todos
los que Mardoqueo,
con ternura había amado.
No sabía este malvado,
que Dios ya tenía solución
para para salvar a sus hijos,
de tan cruel persecución.
Al Mardoqueo saber
de la ruina que venía,
se apresuró a pedir,
ayuda a su reina y prima,
Esther muy desconsolada,
ya no sabía que hacer,
pues llevaba treinta días,
sin ver a su esposo el rey,
además de este inconveniente,
existía una ley,
que si alguien sin permiso,
entraba al patio del rey,
moriría sin remedio
excepto que el parecer,
del monarca así cambiara
y su cetro extendiera,
en señal de permitir
que el intruso viviera.
En este enorme dilema
se debatía Esther,
sin tener siquiera idea,
de que tendría que hacer.
Más, sabía fue la conducta,
de esta mujer sin par,
que a todos los que conocía,
mando se unieran a orar,
al Dios que abre puertas
y nadie puede cerrar.
Orare por tres días y nada yo comeré,
después iré ante el rey
Y si muero, moriré.
Tres días largos e intensos,
junto a los suyos vivió,
orando noche y día
ante el Justo y Santo Dios,
y después, como una reina
ante el rey se presentó,
desafiando así las leyes,
que Media y Persia dictó.
Estando ya la hebrea,
ante ante el trono en su esplendor,
sus rodillas tambaleaban,
mas confiaba en el creador,
que hasta allí la había llevado,
para su gloria y honor.
Asuero, al ver a su amada,
esta valiente mujer,
que desafiaba su vida,
para estar ante su rey,
extendió el cetro urgente
y su vida si salvo,
ofreciendole a su esposa,
del reino una gran porción.
Así pasaron las cosas,
y Dios el plan dirigió,
para que el malvado Aman,
tuviera retribución,
por tanta maldad guardada,
en su duro corazón.
El pueblo de Dios libro,
una intensa batalla,
y la mano de su amor,
en ella quedó grabada.
Hoy conocemos la historia,
de esta joven hebrea,
que logro llegar al reino,
y paso tribulación,
pero confiando en su Dios,
Salvo así su nación,
y logro tener por siempre
de su rey el corazon.
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