Busqué arrojar al vacío mis locuras siniestras,
lo hice pensando en una flor que me sedujo,
una especie tan salvaje que atiborró mi vida
de un extraño sabor a vino añejo mitigado.
Pero ya no pude contener mi dicha infinita,
comencé a matizar de a ratos con amor puro,
un sencillo beso que endulzó su néctar
de sublime y excelsa exaltación de vida.
Una luz que empapó mis sienes y mi nuca,
alojando un calor especial con sentido aroma;
así, fecunda entregaba mayor candor a musa
comencé a escribir poemas de amor y pasión brutal,
fue un instante de explosión que llenó mi alma
y una ambiciosa ilusión de vida rebosó mi calma
con una profunda fragancia que colmó mi esencia.
CARLOS A. BADARACCO
21/2/13
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