Entre lo cerros costinos
bajo los boldos y espinos,
los álamos de la alameda
custodios de los caminos.
Con una rama ya seca,
jugaba el pequeño niño.
Una chaqueta Raída,
pantalones desteñidos,
y por calzado llevaba
alpargatas negras de hilo.
En su cara dibujada,
esa pillería de niño.
Esperaba que pasaran,
de los corderos el piño,
para acortar el camino.
Esos bellones blandos
como montura blanca,
un salto y ......a correr se ha dicho.
El cerro se hizo plano,
la senda fué su destino
para llegar a la meta
a cinco metros del camino.