Al palpitar de tu pecho
se despiertan mis instintos,
y hundidos en aquel lecho
fuimos los dos tan distintos.
Estando en la misma cama
no sentimos lo de antaño,
ya no se enciende la llama…
parecemos dos extraños.
Tus ojos ya no relumbran
cuando miran a los míos,
me gusta cuando me alumbran
como la luna a los ríos.
Yo contra el viento porfío
mi amor no va tan deprisa,
no conoce del hastío…
ni se le borra sonrisa.
Te estoy haciendo un manojo
de flores con sus capullos,
para quitarte el enojo
con mimos y con arrullos.
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María B Núñez