Aún siento en mi cuerpo el abrazo,
que me envías cada noche,
y es cilicio despiadado,
que me oprime con derroche,
y se me incrusta, clavado,
en mi piel, que te responde
con mi mirada sencilla,
con mis caricias de amante,
con las ansias que suscitan
energías de un gigante.
Y yo me duermo abrazado
a tu calor tan distante…
te rodeo con mis brazos
y aprieto… para soñarte.
Y yo te sueño y te vivo
y me despierta el suspiro,
que la Luna hace sin ruidos,
rayos de luz, que en mis vidrios
se introducen con sus guiños.
Ecos de luz que despiertan
la inspiración de mis versos
y que anuncian primaveras
en el mundo de mis sueños.
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