Peregrina inspiración te llamo,
acude a mis voces presurosa,
que del arpa suenan los acordes
semejantes a los de las claras aguas.
Es la vida un río inmenso
que en las nevadas cumbres nace,
por las fértiles llanuras corre
y a lo largo de su cauce se ramifica y crece.
Así, de dos seres la corriente,
nuevos seres, cual quebradas cristalinas
de su seno se desprenden
y corren por el campo bulliciosas.
Es fecundo el cauce de los ríos y las gentes
dan la vida por doquiera pasan
fecundando la pradera
y árboles y niños a su lado nacen.
Tal el destino de las almas y las aguas
orientó el Creador de las criaturas.
Hoy dos vidas, cual quebradas se unen
y presto en su cauce nuevo irrigarán la vida,
como inexorable ley de la natura,
brotarán mil nuevas plantas.
¡Oh nuevas fuentes! Vidas que os unís:
la blanca espuma de la felicidad
sea vuestro adorno permanente,
que umbrías y vigorosas plantas
en vuestro cauce nazcan.
Continuaréis, tradición, destino y suerte
de dos familias que hoy serán una.
No importa que cascadas, vados y remansos
se os interpongan en la vida,
que aún así continuaréis hasta el eterno.
Y cuando un día de vuestro seno salga
un nuevo manantial de vida,
os acordaréis de estos deshilvanados versos
que un río joven, que sabe lo que es la vida,
os dedicó con la temblante pluma.