BASTA ESCUCHAR EL cándido oleaje
del solitario mar y ver las olas
chocando con las piedras del paisaje
en una tarde de ilusión a solas.
Acariciar en perfumado anhelo
los rizos de una flor enternecida
o en la pradera y con la vista al cielo
hallar mi estrella en los abismos ida.
Y basta, pues, de los serenos ojos
de mi amada una luz llegue a mi pecho
ysurjan de las cuerdas de mi lira
albores musicales en manojos.
O bien sentir m i corazón desecho
paradecirgozoso: Dios me inspira.
1999