Cuesta creer,
que si no te mata
te hace más fuerte,
cuando tienes ante tí
una prueba tan evidente
de que sigues vivo
pero eres tan débil.
Hoy soy un murciélago herido
aleteando en un rincón
bajo una luz indiferente y acusadora.
Pero cuando vuelva la noche,
ya estaré bien,
y saldré de nuevo
con los colmillos manchados
y el hocico afilado
a alzar el vuelo
hacia ningun lugar
sin ninguna prueba
que me señale
y diga
que fui yo
quien te mordió
primero.