Le gusta esconderse en la mirada de un cuervo
debajo de los pies de un tranvía
colgar en un puente y dibujar su esqueleto
en la muerte cosmonauta de la autopista...
Ya no me mira como antes
con la intención de bautizarme con nombre de ratón
y vida de servicio, a la causa suya, de tener bigotes.
Se pierde quién sabe dónde
viene cubierto de ramitas, con pedazos de sueños trizados en hojitas
y ondula el rabo como erigiendo una bandera
en la conquista autodidacta de saberlo todo y aglutinarlo,
en la silenciosa pirámide de su ombligo faraónico.
Mis manos se encuentran con su lomo y,
ay de mí !
su cariño es una garra creando acertijos
a sus pupilas me adiestro, soy la sombra aleatoria de un niño
pero un gato no es un niño
es un gato disfrazado de gato y cuidado con nombrarlo como dios diferente.
La noche es una verdad para aborrecer
el gato es una noche que nunca es verdad;
son siete las esfinges danzando en sus pupilas
y una soledad para circundar altivo
a la finitud letal de su inmortal designio
Oh, gato
debo decirlo
la curiosidad es el señuelo
para saberse infinitamente, vivo.