La ilusión se desvaneció
y la verdad me destrozó.
El sueño en pesadilla se tornó
y la alegría en tristeza se convirtió.
Pero tú estabas allí.
Mi corazón quebrantado estaba;
como río las lágrimas por mis mejillas rodaban.
Pero tú estabas allí.
Mi alma agonizaba;
mi interior desesperaba.
Pero tú estabas allí.
El amor en ningún lado veía
y todo perdido creía.
Pero tú estabas allí.
La esperanza perdida sentía;
mi fe casi se desvanecía.
Pero tú estabas allí.
Nunca me dejaste;
con tu dulce amor me consolaste.
Tu fe en mí me recordaste
y con tu presencia me levantaste.
Tú estabas allí.
Me fortaleciste,
me guiaste,
me amaste
y me restauraste.
Tú estabas allí.
Hoy río y canto;
hoy vivo sin llanto;
y aunque aún hay dolor
ya no queda ningún temor
porque tú estabas allí.
He comprendido
que sin ti todo está perdido.
Sin ti el río se vuelve un desierto
y el más profundo sentimiento es incierto.
Sin ti nada deseo
y no encuentro en mí ningún anhelo.
Pero por tu amor hoy el cielo veo
y mi corazón alza el vuelo
en busca del Sol en la inmensidad;
en busca de la felicidad
que sólo en el amor se puede hallar.
Hoy sé que no voy a desmayar
y que voy a brillar
al tu amor y la vida abrazar
y volverte a encontrar.
Porque tú estabas allí.