Creciendo en flores de girasol
Entre néctar delirante,
emanan fragancias dulces que rinden el hombre solitario,
sumerge su juventud inocente
de pálpitos y suspiros.
La primavera infinita del amor,
como la noche en el vacio de la existencia,
somos frutos del deseo,
hijos del azar,
como nueces flotando en el universo.
Así se despiden los rumores blancos,
la palma cocotera,
la playa amarilla vestida de olas,
en cavernas y cuevas,
en la nostalgia crepuscular.
Quien sabe que obstinada naturaleza
condensa mis parpados en aguas turbias,
en perdidos territorios de niebla y humo.
Traigo aquí en lo alto,
el llanto de la noche,
los frutos de las horas preñadas de saciedad,
Con tus quebrantos a cuestas,
y la nieve que decora el paisaje de mi vida.
Entre casa construidas en las ruinas.