Ami

Nunca te soñé

 

 

Muchos sueños habré tenido

y muchas cosas habré deseado,

pero, a ti,

nunca te había soñado.

 

No alcanzan las palabras para describir

lo que la noticia me hizo sentir…

la semilla del amor en mí había concebido;

Dios me lo había concedido.

 

Mientras esperaba tu llegada,

muchas veces oré, …

muchas otras lloré,…

¡Una alegría tan grande!

¡Un amor tan bello!,

 

¡Cuánto hubiera querido que esa hubiese sido toda mi verdad!,

pero ¿cuál sería tu lugar?

¡A veces había alrededor tanta oscuridad!...

 

Pedí que hubiese en ti otro espírtu.

El tiempo pasó, y naciste tú.

En momentos de vacío, desesperanza y dolor

allí ha estado tu calor:

 

Tus ojos dulces, tan llenos de amor;

inocentes y tiernos, y una voz en el alma, preguntándome:

¿comprendes lo que es tenernos?

 

Todo tu ser, allí frente a mí,

reflejando la fidelidad de Dios,

que me concedió el amor que no pedí.

 

Has sido mi ayuda más constante,

y mi más cercana alegría

para olvidar a la gente distante.

 

Mi más fiel compañero,

que me da lo que no compra el dinero.

Y mi esperanza mayor

de ver un día mi mundo repleto de amor.

 

Mi corazón se goza al verte vibrar

y cada día redescubrir la alegría de vivir.

Ocho años han pasado ya,

y Dios te ha hecho despertar.

 

Es mi deseo verte llegar

hasta donde El está:

al amor de verdad.

 

¡Dios fortalezca tu alma,

complete en ti Su obra perfecta, en toda calma,

y te conceda La Felicidad!