Y es tu nariz en la que yació tu genio,
pro-hombre, Zaratustra, miremos el Sol.
Fatalidad de los necios y de los animales puros
aún siento tu soledad de cumbres, genio amado.
Poeta, filósofo, profeta, asumidor de tragedias.
Horacio póstumo, psicólogo de nuestros tiempos.
Descubridor del arte del gran ritmo, anticristo,
más cerca del Cristo que conozco, el real.
Nos brindas a manos llenas la voluntad de vivir,
por ti los sacerdotes solo son hombres, humanos,
demasiadamente humanos. Subes y bajas en escalera
inmensa, vislumbras el horizonte nos repartes el Sol.