Sol, arrogante, impetuoso, apareces en los días
invadiendo con tu fuego los rincones de la tierra.
Sol, cálido, imponente, iluminas los caminos fértiles
que conducen hacia la felicidad.
Luna misteriosa, tranquila, que bañas con tu fantasía
los corazones nocturnos, que como marco te tienen.
Luna, majestuosa, bella, cubres de ensueños y encanto
las noches que tristes lloran al no tenerte a su lado.
Diferentes en su brillo, pero iguales en poder
aparecen y se ocultan en un mágico romance
adoptando como lecho la inmensidad celestial.
Somos sus únicos hijos, los que reciben su aliento,
los que ven a la distancia su puro acto de amor
que no es más que un eclipse,
encuentro entre la luna y el sol.
Julio casati