Ramal de maldad y voluptuosidades en sentires vanos,
necesidad profunda de los hombres mezquinos,
mancharse en el mismo vino,
revolcarse en la misma escoria.
Zambullirse en placeres profanos
que no traen a nadie consuelo,
asesinando a diario el alma,
lanzando su cuerpo al desvelo.
Plasmando en cada momento un rato de rápido vuelo,
imaginando hades en delirios,
notas musicales que estremecen sus entrañas.
Y anteponen un dios con formas humanas... “La Mujer”
que satisface sus placeres,
que se pierde en el fango,
que no encuentra sosiego.
Buscando el amor en el deseo, en el tacto, en el continuo manoseo.
Pero se olvidan que hay un Dios celoso de su creación,
que en su naturaleza divina conoce nuestras intenciones,
nuestros actos, nuestros corazones.
Y ante Él comparecerán un día a juicio,
hombres insensatos que se manchan en el mismo vino,
que se revuelcan en la misma escoria.