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UN CANTO EN ESTA TIERRA

 Era el momento de buscar otra compañera; la ausencia de la que tenía era preocupante.

Aquí el diálogo con la que creí tener:
-Estoy acumulando fuerzas, espérame -dijo ella-
-Pero, no te veo, no te oigo, ¿cómo saber que estás? -le repliqué-
-Llegaré –me dijo-


Quedé a la espera de su decisión a regresar. Esperé…esperé.
Cierto día, dicen que había retornado; pero, seguía sin oírla, sin verla. 


- Aquí estoy, lo sombrío de la madrugada no permitió que me vieras. Sí, llegué… ¡Escribí!
-¿Cómo confío?, sigo sin verte y, a mi alrededor, tampoco otros te han visto.
- Tú escribes poemas y ¿quién te ha visto, quién te ve? -dijo-
-Cierto -tuve que darle la razón- Pero, saben cómo escribo, que siempre soy quien lo hace. Por el contrario, tú tienes ¡tantas copias! que cualquiera puede hacerlo por ti.
-Solo confía, confía. ¿Cuándo te he mentido?
-¡¡Tantas veces!! -casi a gritos, le dije-


Y siguió con su canto: “Confía, solo confía.”

 

Sombra que se pasea

por tres tumbas en el cementerio

no puede decidir quién la vea

danzan sus delfines en el  adulterio.