rodulfogonzalez

ARDENTÍA

 

            Imaginariamente, bien mío, sentí en mis labios, acariciados por los tuyos, el calor de lo sublime, la sensación exquisita del divino  manjar prohibido por las convenciones sociales y la miel que durante milenios quise disfrutar y que tú, tan generosa siempre en galantería me obsequiaste para materializar mis deseos amatorios.

            Y fue tan real, bien mío, que desde entonces recurro a la imaginación inconmensurable  cual nuestro idealizado amor, cual el cielo que percibimos cercano, cual el sol radiante, cual la luna trémula que sucede al astro rey, cual el mar, fuente de inagotable poesía, y cual  los peces y moluscos, en el disfrute de su libertad hasta ser atrapados por la red del pescador de altura o de orilla.

            Ardo de amor.

           ¡Cuán distantes nuestras orillas!

 

 

 

  

Hotel Concorde, Buenos Aires, Argentina,17 de marzo de 2012.