En la copa de
un árbol, un rosal
desatento me obliga,
con sus pétalos y espinas
a escribir este soneto.
En la copa de
un árbol, un hermoso
rosal ignora las dichas
de un desamor, repudiando
mis intentos innecesarios.
En la copa de
un árbol, un rosal
de colores opacos,
asesina a los pajarillos
que coqueteo portan.
En la copa de
un árbol, allí
en lo más alto
mi querido rosal
no me permite amarlo.