En el portal de la casa,
asi mirando de frente
se encontraba una cáscara
de sandía maloliente.
Siendo este caballero
una persona decente
con su limpieza severo
tanta desdicha presente
con el papel de una bolsa
que contuvo cemento
para no ensuciar sus dedos
recogió ese escremento.
La gente no tiene tino
al caminar lo pensaba
y mientras con una pala
la cáscara enterraba.
Gracias a Dios el portal
de limpieza se llenaba
se paseaba orgulloso
al ver la sombra reflejada.
Quiso la primavera
y el sol de ese verano
que de los escombros naciera
una sandía que en sus manos
luciera con sus colores
y formas muy agradables,
poniendo la tentación
en ese señor respetable.
Y satizfiso su ego
comiendo un trozo de ella,
guardando ahora semillas
siendo mañana estrellas.
Tenga paciencia la vida
siguiendo con el destino
que la odiosidad es mala
para agradar el camino.