En un momento no muy deseable por las circunstancias que estoy viviendo, recibo el día de mi cumpleaños. Hubiera querido que nada turbe este día, ya que los años que voy acumulando me dan experiencias maravillosas y la oportunidad de ser mejor, aunque eso n o sé si lo logre pero eso lo valoraran mis parientes y amigos. Cincuenta y seis años, mucha agua corrida, de llantos donde me he sumergido, de alegrías que han llenado totalmente mi vida: mis hijos mis nietos mis hermanos y amigos. De pérdidas, que me dejaron destrozada. Pero, lo dulce intimamente muy dulce, es haber encontrado a esta edad el amor más grande de mi vida, el verdadero amor que pensé que ya no llegaría, el que me hace atravesar distancias con el alma emocionada por cada encuentro. Otra cosa linda, mis amigos virtuales, con los que comparto a diario diálogos satisfactorios que enriquecen más mi espíritu. Si, aunque parezca mentira, he aprendido mucho de ellos. Y aquellos/as que fueron muy queridas/os, pero que entristecieron mis momentos cuando me di cuenta que en realidad no fueron verdaderos/as amigos/as, ellos también me dejaron sabias enseñanzas, quizás las más fuertes, aunque las más duras y las más tristes. Pero, así como la vida me quita, la vida me da cosas en este caso personas lindas a las que amo mucho como si fueran hermanos carnales. Antes pensaba que una amiga nunca podía ser una hermana/no , pero ahora sé que si; y bueno eso es el mejor regalo de este cumpleaños, la certeza que tengo hermanas/nos del alma así como hermanos de sangre… cincuenta y seis años… ¡Salud!