Erase un hombre triste
mirando hacia la Luna.
Erase un alma en pena
en plena penitencia.
Erase un gris opaco
en la luna brillante.
Eran amargos tragos
que beber no debieron.
Eranse unos ojos llenos de melancolía.
Eran novios de noche,
conocidos de día,
amantes en la tarde,
esposos de crepúsculo.
Eran dulces pecados,
son oscuros placeres.
Eranse forajidos
de la constelación.
Eranse unos ojos llenos de melancolía.
Era la vieja Luna
mirando al hombre triste.
Eran puertas cerradas,
cadenas sin esclavos,
o candados sin llave;
un justo encarcelado.
Era un amor bizarro,
un eclipse de tierra.
Eranse unos ojos llenos de melancolía.
Todo pudieron ser
y ahora no son nada
¿por qué ya nos son nada?
¿que hicienron en porfía?
Quebraron el ocaso.
Pues,
eranse unos ojos llenos de melancolía.