El sol rompía tras las montañas oscuras, iluminándolas de colores dorados. Era un nuevo día a empezar. Desconocido, lo que pasaría solo al final lo sabrían, la vida en medio de la vegetación empezó a despertar.
Muy abajo una villa, brillaba a nacos con los rayos de sol, mezcla de sombras e luz. Se abrían de espacio las ventanas, pero muchos ya se habían marchado aun noche a sus empleos. Otros se estaban a acostar, después de trabajar toda la noche. El sol nasce para todos, pero ni todos lo pueden apreciar. Como la vida, todos la viven, pero de maneras distintas.
Los mineros, como zoos fueran, en las entrañas de la tierra, sudados oscuros de polvo, no sienten el calor del sol.
Otros tuestan bajo su calor haciendo carreteras, respirando el olor del alquitrán. Espaldas desnudas, manos encallecidas, tragan su propio sudor.
Madres sin dormir por su niño llorar por la noche, empiezan a trabajar sin sueldo, sin horas para descansar, en sus casas.
Muchos hacen que trabajan, sentados delante de un ordenador es lo único que hacen es teclear, sin responsabilidad alguna en las ciudades. Mezcla de contradicciones, la vida castiga a unos e regala a otros, pereza e comodidad.
Agua cristalina, baja de las montañas, ni todos beberán de ella, en desiertos, ni agua barrosa tienen para beber.
Contrastes, tela borrosa sin significado, sin pincel, ni pintor. El sol continúa su caminada indiferente ajeno a todo, la villa empieza de nuevo a tener sombras, caras cansadas, brazos caídos, cansados, pies arrastrándose, deseando llegar a casa, para descansar.
Los niños, juegan, en sus patios o en la calle, la escuela ya los ha dejado libres para ser niños. Coches llegan por la pequeña carretera, tractores, camionetas, llenas de polvo, con trabajadores que salieran de madrugada. Así pasan años tras año besando las bases de los montes.
Vienen algunos pastores con sus rebaños, ha terminado más un día. No para todos. Las mujeres continúan en sus labores, nunca dan por terminado el trabajo, mismo si no se acostaran. No tienen sueldo, no tienen derecho a quejarse de su cansancio. No tienen nada a no ser trabajo y más trabajo. Y el sol que en principio seria e debería ser para todos, se marcha, dejando un manto de color rojo e gris, se encienden luces, en las ventanas, olor a sofritos, olor a comida, hora de recoger a casa. Más un día, más otros vendrán, iguales para gentes aisladas de las grandes ciudades. Gente que es la verdadera, sabia, mismo que no sepa leer ni escribir. Los respecto, ador estar con ellos, tienen la savia de la vida en sus venas, sean mineros, albañiles, agricultores, o mujeres que no sienten como sufren, no tienen tiempo para eso.
Oporto 1 de Marzo de 2013
Carminha Nieves