(I)
A la vida,
a todo lo que te rodea sin medidas,
a la inmensidad y sublime natura
que como sinfonía llena de latidos y respiros
nos cobija sin pedir nada a cambio,
hasta que un día no muy lejano
nos cobre todo el daño que le hemos hecho,
es hora de sentirla como lo que es,
una bendición divina.
(II)
A las mujeres,
divina creación, hacedora de la vida humana,
sin ellas estas letras no serían posible,
a las madres que lo dan todo sin pedir,
a la cotidiana guerrera de la vida,
a las heroínas anónimas de luchas sin cuartel,
a las que amamantan la alegría de vivir,
a las compañeras y amigas que todo lo pueden,
a las diosas eternas del amor,
¿dónde estaríamos sin ellas?
hay que colocarlas y tratarlas
como lo que son,
insustituibles una a una
sus huellas son la vida misma.
(III)
Al amor,
pinceladas del alma y el corazón
ha repartido desde el principio de los tiempos,
la alegría, la tristeza, la felicidad y la plenitud,
que al fin y al cabo es parte del arte de amar,
infinitas historias han llenado de vida
a la humanidad, conjugando todos los verbos posibles,
es la flor más hermosa y única
que nos mantiene vivos,
que nos llena el alma entera, se vive y se fenece por él,
¿quién estaría dispuesto a prescindir?
si es la infinita melodía de la vida
con cada una de sus notas.
(IV)
A los hijos,
el tesoro más grande que el amor obsequia,
no hay un solo día en que un nacimiento
no produzca alegría,
donde se resumen todos los tiempos del amor,
no hay palabras suficientes para describir
el sentimiento que produce escuchar sus latidos
junto a nuestro corazón,
quien no lo haga, simplemente no es humano,
llenan con intensidad,
basta una simple sonrisa y el amor se siente
en los infinitos días de la vida,
son la flama que mantiene viva la esperanza
de un mundo mejor.
(V)
A la familia, a los amigos,
el destino nos llena con alegría y mil bendiciones
por tenerlos a nuestro lado,
los que se han marchado, siempre estarán,
sus huellas cubren con su manto nuestra vida,
el calor del hogar aun sin techo sobre nosotros
cuando estamos rodeados por ellos,
ese jardín inmenso, que todos llevamos dentro,
les pertenece sin medidas,
es nuestro bien amado sentimiento de gratitud
el que debe hacerlo florecer, con amor y con cuidados
el resto de nuestras vidas.
--------------------------------------------------------------