Hay un sombrero
de alta copa
que cae al suelo
si el viento sopla.
El viento, a otro sombrero,
que es de alas anchas,
lo eleva al cielo
y después lo arrastra.
El viento al sombrero mío
siempre quieto lo deja
porque lo sostengo con bríos
encajado hasta las orejas.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero. Derechos de Propiedad Intelectual Reservados.