El poeta dejó de escribir y se le empezó a opacar el alma
Cada suceso que le ocurría no lo alcanzaba a digerir
Y de ahí le vinieron los celos las envidias y acechanzas
Que se fueron apoderando de su cuerpo en forma servil
El intentaba de algún modo con toda su sabiduría innata
Tratar de sacarse estos males de forma de volver a reír
Pero mientras su escritura no estuvo en las circunstancias
Todo le iba cuesta abajo sin poderlo el impedir
De pronto tomó su pluma y descargó su blonda espada
Sobre todos esos avatares que lo inducían a sufrir
Y zás asomó la luz que descorrió esa cortina pesada
Y como un Dios entró a raudales un sol para revivir
El doctor que venía llegando casi con cataplasmas
Al verlo alivianado se sorprendió de no verlo morir
Y aprovecharon la ocasión para ir a caminar a la playa
Para conversar de la vida y de este lindo final feliz.