Era una fría mañana, el viento helado se colaba por todos los poros, los huesos crujían, el pelo flotaba a cada paso por la pendiente de aquella ladera (era la vereda más directo de regreso a casa), los pinos silbaban al contacto con aquel aire de Febrero, era lunes, por cierto, día de clases en la universidad, facultad de derecho y ciencias sociales pero hubo suspensión de clases en virtud de que el alumnado se solidarizó con la huelga de alumnos de la facultad de agronomía, vecina en el mismo campus; nunca falta un pretexto, cierto?
Cabe decir que el sábado anterior nuestra facultad celebró un encuentro de football contra la preparatoria popular ubicada un poco más abajo, en la pendiente de aquel cerro, en cuyo equipo jugaba un adversario de cuestiones personales, líos de faldas por decirlo más claro. El caso es que al culminar el partido (que por cierto ganamos) después de unas cuantas faltas malintencionadas. Una chica de la porra contraria se acercó, me saludó y tomándome por sorpresa me propinó un sonoro beso; al momento, un grito razgó el aire -Maldito hijo de...te voy a matar- al tiempo que maldecía se avalanzo sobre mi, pero se hizo la gresca, que gracias a Dios no paso de algunos moretones y poca sangre...y nos retiramos, por no decir, nos retiraron, con algunas sentencias nada favorables, por una vieja rencilla y una chica que ni siquiera conocía, pero que si sabía de nuestras rivalidades.
Entonces les decía que esa mañana descendía por aquella vereda fría y solitaria, había caminado dos tercios del camino y no me percaté de que alguien me seguía, hasta que ya lo tenía encima, sonó la misma voz embrabecida - ¡Te lo advertí perro maldito! - apenas alcance a ver de reojo la mano alzada y un filoso cuchillo al aire que descendió vertiginoso clavándose en mi espalda, un dolor punzante que me obstaculizaba respirar y una humedad que corría por mi espalda, se doblaron mis piernas, la obscuridad me inhundaba al tiempo que lejana escuchaba una carcajada...y ahí hubiera muerto si no fuera porque la luz del alba y el control de la tele clavado en mi espalda me despertaron..
Fue realmente una experiencia amarga.
D.R. Vozdetrueno