Antes solía reírme
y hacer de mi carcajada el eco
que daba la vuelta a las teorías cuánticas,
a la vía láctea y al amor.
Dejaba mi sombra regada por todos lados,
y en cada silencio aullaba al amor
en nombre de sus labios
al cielo hechizado
entonces la bestia perdida que era mi sombra
caducaba las esquinas con su marca funesta,
y pretendía olfateando el aroma de sus ecos
como loco e impávidamente abrumado
buscar el filo de sus dañinos labios..
Mala manía esta de recordarle
a sabiendas que su ausencia
es tan letárgica
como el ultimo número contado...