Estoy ante el espejo de tu mirada,
libre frente a tu grandeza de hombre.
Aquí…desnuda entre tus versos
y acariciada por el suave vaivén de tu pluma poeta.
Mirándote, admirándote,
amándote y deseándote de una manera
que escapa a mi humanidad,
me libero del silencio y soy carne al rojo vivo
entre las brazas de tu cuerpo
que me encienden a amarte sin medidas.
De una u otra forma,
de mil colores y estasis envueltos
se descama mi piel al roce de tus besos.
Aquí estoy ante el laberinto de tu mirada
festejando el milagro bendecido de este amor
cual ninguno y genuino
que nos perteneces desde los tiempos.
Me siento entre nubes de terciopelos
y soy ama y señora de tu cuerpo,
de tu pluma, de tu sexo.
No soy cualquier cosa.
Soy tu esposa; tú...
mi amor eterno.
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