Camina sin sombra, sin huellas,
cabeza gacha y sin remordimientos.
Doce en punto, se escapa el tiempo,
cada beso que derrochamos, ayer.
Doce en punto, el crudo invierno,
me congela el rezo de su cielo.
Soy fugitivo de sentires,
pionero en abandonar el corazón.
Me escapo cada vez que llegas,
te encuentro cada vez que escapo.
Doce en punto, ¡sueño llega!,
piérderme, mátame en tus mantos.
Doce en punto y arranco las manecillas
de ese reloj que no para de mirarme.
Tal vez mas allá de esas sombras
que lamentan el perderse en el camino.
Mas profundo que ese tiempo muerto,
en el que mi mirada colapsa de melancolía.
Mas esquivo que ese encuentro
que concilie ese tratado de olvido.
Verdugo del tiempo, eso soy,
asesino de ilusiones y promesas.
Doce en punto, me voy....
Lemos Maximiliano Daniel
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