Ardiente chimenea envuelta
por un par de sierras.
Donde fluye silente el mar de amor
donde se posan colibríes y
cenzontles, donde se ha posado el hombre.
Ahí donde el lívido de tu ser
se desenfrena y se extasía de locura.
Cuando las flores te rozan
con pasión que se libera, en el
umbral de tus cordilleras
y esos volcanes en erupción.
Que solo una ávida mirada
eriza y sucumben las ansias
liberadas, que revolotean
como libélulas en la luz/ que guía
al extraño visitante por el camino
de la resurrección, donde
llegan; tocan el cielo los dos.
En un mismo tiempo sin perder
el compás de este cadencioso baile
donde se juntan la arena y el mar.
Tu cuerpo y el mío.