LE BELLA Y EL FORASTERO
Cada tarde, camina muy erguida,
perfumando la calle en la que pisa
Se dibuja en su boca una sonrisa
despertando pasión en la avenida.
Sus ojos, son lagos, como esmeraldas
sus labios dulces, rosas perfumados
pechos frutos maduros bien formados
piernas elegantes bajo su faldas.
La mira el forastero embelesado
nunca vio mujer así tan preciosa
se ve gran caballero sin pensar.
Sonrisa alegre, de ella, a su pesar,
le vuelve, mucho más apetitosa
él, de rodillas queda, enamorado.
Autor, Joaquín Méndez.
Reservados todos los derechos.
04/03/2013 20:26:46