Nunca en mi juventud,
ni en sueños hubiese pensado
que llegaría a esta edad,
así, dejarme estar en este estado.
En mi presencia física.
Paso por una vidriera
del centro y miro
en ella mi imagen.
Barbudo, desaliñado,
mal vestido...
con mis ropas andrajosas
y sucias, por no tener
dónde estar. La calle es mi casa.
Voy con una bolsa sucia
colgada de mi hombro.
No resisto tener mis pies calzados.
Descalzo vago por las calles,
sucio y andrajoso.
La vida me ha llevado
a estar así, como un mendigo.
Mendigo soy, sí.
Teniendo que vivir de limosnas,
cuando la gente se apiada
de mí, y unas monedas me dan,
no tengo a nadie en la vida...
toda mi familia dejó
de existir en mi existencia.
Mi esposa y mis hijos
me abandonaron.
Sus razones tuvieron.
Tuve momentos de esplendor,
ahora vivo instantes de dolor.
Vago por las calles
como un desamparado,
que nada tiene.
Nada tengo. Solo lo que
en este momento llevo
sobre mi cuerpo...
el que yo cuidaba
y aseaba siempre...
Y ahora, con mis penurias
a cuestas camino cuadras y cuadras...
buscando un mendrugo de pan.
Estoy mal alimentado,
claro, si no tengo para comer...
Hacerlo no me interesa,
lo que sí me importa
es tener mi botella
de vino, que me está quemando
las tripas... pero lo necesito,
para apagar las penas,
o incrementarlas...
Trato de recordar mi pasado
con mi gente, mi familia,
la cual me abandonó...
¡Qué locuras habré hecho!...
Me han dejado solo,
tirado prácticamente en la calle.
Camino por las calles,
y me detengo en algunas
bolsas de basura,
para ver si encuentro algo
para comer.
Aunque en realidad,
no tengo hambre.
En las noches, ya muy tarde,
busco algún lugar
donde poder tirarme y dormir.
Duermo sobre una hojas de diario.
Ya estoy acostumbrado
a esta vida de linyera.
Los sueños que tuve en mi juventud,
se cumplieron. Todos.
Pero mi adicción al alcohol,
me llevaron a perderlo todo,
hasta mi familia.
Y así vivo, vagando
por las calles...
descalzo, sucio, harapiento,
una nueva vida que adopté...
Todos los derechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto - 06/03/2013)