Revisando mis poemas pude leer, que alguna vez escribí para mi mismo, que mi lado femenino es y será siempre la mujer. Repensando tal conclusión y excluyendo mi natural machismo, decidí que eso era un facilismo que me impedía una mejor visión. Pensé entonces en las mujeres que quiero, y al hacerlo, rodaron lágrimas de emoción, y reconocí de corazón que las lágrimas no tienen género. Porque los hombres si lloran y lo demás son cuentos de camino, no existe un llanto más sentido que aquel que de un hombre aflora. Nadie es ajeno a esos momentos, porque Dios no comete desatinos, es por eso que hoy les digo que nuestro lado femenino, sin duda, es el !SENTIMIENTO!