Hay veces que la muerte
se nos muestra como una despedida:
el pito prolongado de un buque
o el ensordecedor ruido
de unas turbinas.
Y la distancia nos parece
como la separación de las almas
como el cabalgar
de girones de acero en paralelas
que se unen en un
desconocido punto del tiempo.
Pero la distancia
no solo es separación
y muerte anticipada,
es exilio esférico y maléfico.