En mi bravo corcel, con su paso imponente,
recorría ida y vuelta por pampas y cañadas
y en las alforjas llenas iban los sueños míos ,
de mis días de infancia por los andes lejanos.
Subíamos la cuesta por el camino real,
esquivando zarzales pedruscos y shulgomes ,
lidiando con el viento que estallaba en el rostro,
en mi rostro partido por ese frio andino.
En armonioso trote los cascos del corcel
bajo el ardiente sol pincelando el camino
con humareda blanca van los pasos del fiero
y se eleva la nube hasta besar el cielo.
Al llegar a la loma divisé mi casita
y en el patio a mi perro ladrando de alegría,
mi madre me regaña como todos los días,
relincha mi caballo mientras ato la soga.
Es bravo mi caballo y es manso cual cordero,
es mi leal amigo y leal confidente,
marca su paso firme con garbo sin igual,
recorriendo los prados tan veloz como el viento.
Esta hecho de esencia de la casta más pura,
galopa por las pampas tan veloz, como el rayo ,
es fuerte como el roble cual caballo de Atila
y con orgullo muestra sus tendones de acero.
Para aplacar el frío por las gélidas noches
dormía con su hermano, el bordón del abuelo
sobre la leña seca, muy cerca al fogón,
en medio del cuyero o bajo el tendal.
Una trágica tarde cuando el cielo lloraba,
no quedó leña seca para hervir el cushal,
no hubo más remedio que hacer de él la hoguera,
junto al huso y la rueca te inmolaste en el fuego.
Y me dejaste solo mi caballito de palo
y de tanto correr por agrestes caminos,
de tanto trajinar ya me siento cansado,
ando solo en el mundo como alma condenada.
Déjame caballito que te rece mis versos,
que son mis añoranzas teñidas de nostalgia,
que son el eco mismo acunado en mi pecho
y cae como gotas de lluvia de mi recuerdo.
Por eso cuando veo en el fogón el fuego
ardiendo luminoso de azul bajo una olla,
pienso en mi caballito y se me abre la herida
y escucho los relinchos del caballito de palo.
Eugenio Sanchez Bacilio