Crepan lágrimas.
Gotitas que se estallan de cabeza
sobre la floja dentadura
de mi ciudad vacía.
Añoro aquellas noches tibias,
plácidas de azules
con ramos de jazmines titilando
y embadurnados besos sin porfía.
Antes,
tu boca despertaba con la mía
y en todos esos años,
mi amor,
¡nunca!
¡nunca jamás!
llovía.