Me arrancaste de mi mentira
y me arrojaste a la realidad.
Llegaste prometiendo nueva vida
que se perpetuaría en la eternidad.
Hablaste de amores ya perdidos
y de cambios radicales en vos,
me vendiste un tiempo compartido
en la tierra del posible amor.
El reloj no marcaba las horas
y el tiempo sipmlemente se perdía
mientras mi alma se permitía
soñar con la dulzura de tus palabras.
Así fué como en algún momento
me dejé llevar por los sentimientos
que habías logrado despertar.
Con una sonrisa me puse a caminar.
El camino era extraño,
había algo que estaba mal.
Pero ya no temía al daño
que me produciría el intentar.
Y como un presagio del pasado
el dolor comenzó a ganar lugar,
desgastando estos pies ya cansados
de tanto caminar, y caminar, y caminar.