I
Sobre Roma se extiende la gran melancolía
Oculta en el recodo de una noche de son
Suena el arpa de Eros, suena la vieja lira
Espera el tenue canto, espera eterno sol
Ya por los tejados va la noche fría
Cantando su canción de mortal tristeza
Canta la mosca vaga, canta la araña arpía
Tejiendo blancas telas a la alteza del sol
II
El tenue humo blanco se escapa en largos hilos
Roma canta al temprano sol de la mañana
Envuelta en delicadas, largas manos sin filos
Espera silenciosa el descenso de la espada
Ya la multitud tañe de alegría
Con las viejas campanas de badajo veloz
Ya está en la memoria aquella noche fría
Ya todos los que allí están ven al gran azor
III
La lluvia pertinaz cae como una buena hada
La ventana señera se abre a la ciudad
“Una gran alegría, a vosotros anunciada
Es para vosotros de gran claridad”
La gente clama al cielo, alborozada
Ya se ha corrido allá el lúgubre manto
Abajo, feroz lucha encarnizada
Arriba, de las aves el glorioso canto
IV
¡Oh, buen caballero de la rosa de plata!
A vos, oh mi Amado, me encomiendo a vos
¡Oh hermoso príncipe de la cara encantada!
No puedo ya sustraerme a vuestra voz
Así clamaba alguien, en la plaza
Mirando a la ventana anciana y fiel
No hay prejuicio de odio, lengua o raza
No hay odio alguno, ni color de piel
V
Se compara un príncipe con el rostro de Dios
La gente no tiene otra cosa que hacer
Por suerte, mi casa no es casa de dos
Se da la mano a todos, hay mucho que ver
Iglesia santa, altiva faz, hermosa
Nieve que aleja el mal rostro del mal
Roca, baluarte, santidad poderosa
Que llega aprisa y no muere en el mar
VI
Eminencia, algunos a vos os llaman
Otros allá profieren: “¡Santidad!”
Algunos con fiera faz os aman
Otros allá lejos os aman de verdad