macridi

ContinuaciĆ³n :Ojos tristes

. Para quienes compartíamos la calle, el espectáculo era observado y seguido, desde atrás de los vidrios de las ventanas. Nos distribuíamos de manera que pudiéramos ver, aquello que se asemejaba a algún episodio de película del oeste.

En uno de estos traslados, ocurrió algo, que me impactó profundamente: un animal que intentaba escapar y se rebelaba a continuar en la manada, tal vez buscando agua para aplacar su sed, subió el barranco que separaba a la casa de la calle, deteniéndose frente a mi ventana. Sus grandes ojos marrones se posaron en los míos. Yo sentí su grito de ayuda, percibí su cansancio, que traduje en tristeza.

Hace ya muchos años que la estación y las vías, sufren las consecuencias del abandono. El deterioro y el pasto son testigos de la falta de actividad. El ganado se transporta en camiones desde los establecimientos a ferias y frigoríficos. El camino de las tropas se transformó en un hermoso boulevard, disfrutable, además de ser, la principal arteria de entrada y salida al populoso barrio, que surgió allá por los años 50.

No he olvidado esos ojos tristes, quizás, porque en mí, estaba el sentimiento, al saber cuál era el destino de esos animales, que envueltos en polvo, cansados, mugientes, trataban de escapar o se rezagaban mereciéndose así, que el tropero le hiciera sentir su látigo desde su cabalgadura, y lo reuniera con la manada al grito de ¡oopa…!, ¡oopa…!