Heredamos la desesperación
como si lunares.
Ella transita entre el dolor
y una viva tristeza.
De sus rodillas escapa en cataratas
su virtud en sangre.
Cuando menos lo pienses
un demonio te transmutará
en hilachas de polvo negro.
La muerte nos arroja fuera de la luz,
allí, probaremos extasiados
un fruto imperceptible, trivial.
¿En qué está, pues, el bien del hombre?
En amar al silencio
como el silencio se ama así mismo.
Ella ya no está en esta ribera,
escapó rumbo al olvido.