Cuando regresa el poeta,
sin la tisular presencia,
desgrana su pensamiento
y susurra cientos de versos que quedan
afilados en mis neuronas.
Es la simbiosis del espíritu y el alma,
la concreción de algo foráneo
en la íntima delgadez de lo ingenuo,
rozando el himen de las ideas.
Pasa volando el instante
y aun cuando fenecen las intrusas viajeras,
perdura entre los labios la rima sedienta,
florece entre estrofas
la ilusión de un poema.