Con perfume de caricia y sabor a sonrisa te siento.
Intenté escribirte pero mi fe resistió por mucho tiempo.
A veces pienso; dejando de lado mis resentimientos…
¡Yo no soy quien debería ser el terror de la película!
También hay espinas de lágrimas acá, en este escudo ¿Sabes?
También hay tormentos vanos, y finos recuerdos insanos
que procuran nunca más volver.
Y ya que no hay alternativas tengo una propuesta.
Negociemos más miradas, o mi tiempo, aunque sea.