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Con un toque de negro

 

Y en la ciudad;

un manto: la madrugada.

 

Y sobre la madrugada;

resuena potente,

limpia que limpia, el Agua.

 

Juvenil, se funde

con el asfalto y los adoquines.

Corretea juguetona,

no hay prisión que la retenga,

su fluidez la hace irresistible.

 

Traviesa, salpica persianas adormecidas,

y arrastra bolsas y cartones

junto a publicidades despegadas.

 

Remoja, el forjado

esmaltado de las verjas,

y las puertas aquellas,

que se abrirán para comerciar

cuando clame el día.

Agua, que corre y que corre.

 

Grueso, su chillido brota.

Desde una larga serpiente

que zigzaguea gomosa,

cual, igual se enrosca que extiende;

(bajo presión), divertida.

 

Desde una parlanchina manguera,

manguera domada

por unas manos expertas,

por unos brazos atletas,

que marcan, del agua, su dirección,

cuando la llevan.

 

... y las calles... pierden su aceite.

... y las calles... acicaladas por el hacer del hombre;

ya se despiden faltas de añoranza,

del peso, de su mugre.

 

Las calles pierden sus vértigos.

El olor a sudor

se disipan por las alcantarillas.

Quedando solapado

el trajín de la ciudad;

desmesurado y cosmopolita,

por el agua y su perfume incoloro.

 

« Buen canto,

da el baño con tu cristal,

siempre merece, la bienvenida.»

 

Mientras... las farolas conversan,

(unas apagadas,

otras encendidas).

Atienden a barrenderos,

borrachos y juerguistas

 

...cuales se comen la noche.

A vuelta de sueño y café.

A vuelta de eructos,

(con olor a vino y cerveza).

A vuelta de proyectos e ideas,

de desesperanzas e ilusiones.

Manteniendo latentes

sus propias promesas.

 

Cada uno de ellos;

como esta misma calle

donde hoy corre el agua.

Bajo un toque de negro,

mordisqueando la noche.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)