"Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana ..."
Pablo Neruda.
Me acostumbro y renazco todos los días,
Precisamente, allí, al atardecer
Mientras sigo ese movimiento, tu movimiento
que es dulce y mortal y naciente.
Renaces en mí, todos los días, igual
En el sueño, en el incontenible deseo de ser en ti.
No me confundas al amor.
Que la sensualidad de tus caderas
No se confunda en este atardecer
De los adioses y la mortal indiferencia.
Vienes entonces al amanecer.
Briosa. Sofocante.
Vienes mientras desnudo
en tu cuerpo mi pensamiento,
En mi deseo de que seas en mí.
Pero me detienes, de la manera más simple,
¡Oh Neruda! majestuoso profeta del amor,
Ella muere todos los días y renace
Precisamente, allí, al amanecer,
Mientras descifro su muerte y su nacimiento en mí.
No me confundas al amor,
No deshagas mi inocencia
No desdigas de mi amor
No perdones al inocente.
¡Oh Neruda! lujurioso profeta de la sensualidad,
Ella viene mientras abrazo sus misterios,
Y su indecible mirada
se adueñaba de mi sueño, de mi torpe sueño.
Vienes entonces al atardecer.
Callada. Indiferente.
Me atropellas, obcecada y perversamente,
me atropellas, mientras en tus caderas,
de un movimiento naces,
y te deslizas en mi frente,
y como enredadera tiranizas con inocencia
mis pensamientos.
Has roto de la manera más simple
la tranquilidad con que gozaba
al desconocer al amor, al deslizarme
Azarado en lo misterioso de tus indecibles miradas,
No me confundas al amor,
No deshagas mi inocencia
No desdigas de mi amor
No perdones al inocente.