cami-de-sirga

Y la muerte, de puntillas,... pasó de largo

Y la muerte, de puntillas,

… pasó de largo

 

Se fue acercando en silencio,

Mirándome de reojo, con disimulo.

La veía caminar pausadamente por el paseo,

Sin prisa, como absorta, como quien busca…

Llamó suave a mi puerta y no la reconocí.

No sabía su nombre, Debilidad la llamé,

Quizás también, no sé, Fatiga, no sé…

Varios días vino a visitarme,

Se me hizo compañera de cama.

Velaba mi sueño? O quería que éste fuera para siempre?

No sé… No la reconocí y no le pregunté su nombre.

Simplemente, era mi compañera, paciente, sin prisa.

Un día llamó a mi puerta con insistencia, nerviosa,

Ansiosa y desesperadamente apasionada.

Se me llevó un ratito, sin hacer ruido

Voces de mis amores llamaron a mi puerta…

Despertàronme de este sueño, ¡qué angustia!

Fue tan real! Besé sus fríos labios y se me estremeció el alma.

Las voces de mis amores llamaron con insistencia a mi puerta…

Desperté y todo mi mundo era otro.

Me dijeron, entonces, su nombre, Muerte.

Tembló mi alma, había sido real

Y unas lágrimas surcaron mis mejillas,

Y mi corazón, a mis amores, prometí  amor sin final.